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viernes, 26 de octubre de 2012

El advenimiento de Isabel la Católica




En el último tercio del siglo XIV se constituyó en España, bajo la dirección del reino de Castilla, una poderosa monarquía que muy pronto ocupó una posición de primer orden en Europa. Dicho progreso debió mucho a la personalidad y a las iniciativas de aquélla que pasado a la Historia con el nombre de Isabel la Católica. Cuatro fechas jalonaron esa evolución:

-         1468: la infanta Isabel fue declarada heredera de la Corona de Castilla;
-         1469: Isabel contrajo matrimonio con el príncipe Fernando, rey de Sicilia, hijo y heredero del rey Juan II de Aragón;
-         1474: a la muerte del rey Enrique IV, Isabel se proclamó reina de Castilla;
-         1479: el príncipe Fernando sucedió a su padre como rey de Aragón; dos de los tres conjuntos políticos de la península ibérica se encontraron en adelante reunidos bajo el mismo cetro; permaneció aislado el reino de Portugal.

Para llegar a ese resultado, Isabel sola primero, y luego junto a su marido, debió librar diez años de combates contra adversarios del interior – aquéllos que contestaban sus derechos en Castilla – y del exterior – Portugal, que hostigó la formación en bloque Castilla-Aragón de intenciones hegemónicas. Una guerra de sucesión – una guerra civil a la par que una invasión extranjera –, ése fue el precio que debieron pagar los futuros Reyes Católicos para acceder al poder. Dicha crisis planteó tres tipos de problemas:

-         Un problema dinástico: ¿a quién correspondía en derecho la Corona de Castilla?
-         Un problema político: ¿quién ocuparía el primer lugar en el reino, el poder real o las facciones nobiliarias?
-         Un problema diplomático: ¿cómo preservar el equilibrio de la península ibérica y convencer a Portugal de que la nueva monarquía no iba contra él?

(Introducción capítulo 1, Isabel la Católica, ¿un modelo de cristiandad?, Joseph Pérez, Almed, 2007)